"¡Deja de estar rezando y darte golpes en el pecho! Lo que quiero es que salgas al mundo a disfrutar tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y disfrutes de todo lo que he hecho para ti. Deja de ir a esos templos lúgubres, oscuros y fríos que tú mismo has construido y que dices que son mi casa. Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti. Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca dije que hubiera nada malo en ti o que fueras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo en lo que te han hecho creer. Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijo... ¡No me encontrarás en ningún libro! Confía en