La investigación sugiere que el consumo de pescado de agua fría (salmón salvaje, caballa, sardina, boquerón, arenque...) , así como otras fuentes de ácidos grasos omega-3 en la mediana edad podría ayudar a preservar la salud del cerebro y mejorar la cognición.
Según el estudio, tener solo un poco de omega-3 se relacionó con una mejor función cognitiva y estructura cerebral en individuos sanos de entre 40 y 50 años.
Esta asociación se ha investigado previamente en poblaciones mayores. El estudio actual muestra que tener una dieta rica en omega-3 a una edad más temprana ya protege el cerebro para muchos de los indicadores de envejecimiento cerebral observados en la mediana edad.
La edad promedio de los 2.183 participantes libres de demencia y accidente cerebrovascular fue de 46 años. Las concentraciones de ácidos grasos omega-3 se examinaron con resonancia magnética y marcadores cognitivos de envejecimiento cerebral.
Los investigadores también observaron cómo las concentraciones de omega-3 en los glóbulos rojos afectaron a los participantes que tenían la variación genética APOE4 asociada con un mayor riesgo de Alzheimer.
Los resultados del estudio revelaron que:
- Un índice más alto de omega-3 se relacionó con un hipocampo más grande, la estructura cerebral que desempeña un papel importante en la memoria y el aprendizaje.
- Un mayor consumo de omega-3 se relacionó con un mejor razonamiento abstracto o la capacidad de comprender conceptos complejos haciendo uso del pensamiento lógico.
- Las personas que tenían la variación genética APOE4 con un mayor consumo de omega-3 tenían un riesgo reducido de enfermedad de vasos pequeños. Esta variación genética está relacionada con la demencia vascular y las enfermedades cardiovasculares.
Los investigadores hicieron uso de un método conocido como cromatografía de gases para medir las concentraciones de glóbulos rojos de EPA y DHA. El índice omega-3 fue determinado por EPA más DHA. Los ácidos grasos omega-3 que incluyen DHA y EPA son micronutrientes importantes que ayudan a proteger y mejorar el cerebro.
Los participantes se dividieron en un grupo que tenía una concentración muy pequeña de glóbulos rojos omega-3 y un grupo que tenía un poco y más. Los peores resultados se observaron en las personas que tenían el menor consumo de omega-3.
Aunque el cerebro se beneficia de más omega-3, muy poco necesita ser consumido para disfrutar los beneficios.
No se sabe cómo EPA y DHA protegen el cerebro, aunque una explicación es que debido a que estos ácidos grasos son necesarios en la membrana neuronal, las neuronas se vuelven inestables cuando son reemplazadas por otros tipos de ácidos grasos.
Otra teoría podría tener algo que ver con las propiedades antiinflamatorias de EPA y DHA.
Si no te gusta el pescado o no consumes suficientes alimentos ricos en omega-3 es interesante suplementar, pero elige suplementos de omega-3 de calidad y sin aditivos peligrosos.
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