En "Dónde comienza el pasado: la memoria de un escritor", Amy Tan recuerda la vez que un pariente le dijo a su madre que no debería llenar la cabeza de su hija con "todas estas historias inútiles". ¿Por qué Amy debería saber tanto, visitar los recuerdos dolorosos de su madre, cuando estaba más allá de su poder cambiar el pasado? Su madre respondió: “Se lo digo a ella para que pueda contarle a todos, contarle al mundo entero. . . Así es como se puede cambiar ". Como escribe en sus memorias, "Mi madre me dio permiso para decir la verdad".
Citas de Amy Tan
* Así es como se cura una herida: empieza a cerrarse sobre sí misma, a proteger aquello que tanto duele, y, una vez cerrada, ya no se ve lo que hay debajo, aquello que provocaba el dolor.
* Nadie, ni yo ni nadie, puede andar este camino por ti. Habrás de recorrerlo tú solo. No está lejos; lo tienes a tu alcance. Tal vez estás en él desde que naciste, sin saberlo. Tal vez está en todas partes: en el mar y en la tierra.
* Entonces debes enseñarle esta misma lección a mi hija. Cómo perder la inocencia pero no la esperanza. Cómo reír eternamente.
* Sólo recuerdas lo que quieres recordar. Sólo sabes lo que tu corazón te permite saber.
* ¿Qué es el pasado si no aquello que elegimos recordar?
* Quiero que nuestro amor sea tan grande que nos duela por dentro.
* Una persona ha de reflexionar sobre el origen de las cosas. Cada comienzo conduce a un fin determinado.
* Si el amor persiste pese al dolor de las diferencias, hay que preservarlo como una joya rara.
* Ahora sabes por qué razón es inútil llorar. Tus lágrimas no se llevan tus penas, sino que alimentan la alegría de otros. Por eso has de aprender a tragártelas.
* Vergüenza es caerte cuando nadie empuja.
* ¿Acaso el odio no es un simple resultado del amor herido?.
* Siempre que estoy con mi madre, siento como si tuviera que pasar todo el tiempo evitando minas terrestres.
* En el transcurso de los años me contó siempre la misma historia, con excepción del final, cada vez más oscuro, que arrojaba largas sombras sobre su vida, y, finalmente, también sobre la mía.
* Mi madre siempre creyó que mi abuela había sido obligada a convertirse en cuarta esposa de un poderoso cacique, un hombre al que no amaba y que se suicidó por la vergüenza que llegó a sentir a raíz de ello. Si le hubieran dicho que en realidad era una cortesana, por cualquier circunstancia, por cualquier razón, ¿qué me hubiera contado? Si yo se lo hubiera planteado, creo que lo habría negado.
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