La Macrobiótica, es una
filosofía de vida donde el equilibrio de las fuerzas, el principio del Yin y el
Yang, manejan el aspecto biológico, ecológico, social, psicológico y espiritual
del ser humano, siguiendo el orden del universo, optimizando el desarrollo integral
del ser humano y llevándolo a alcanzar una vida plena.
Se desarrolló en Oriente a
finales de siglo XIX, pero no fue hasta los años 30’s que se introdujo en
Europa a manos de George Ohsawa y sus discípulos, proponiendo que todas las
cosas de nuestro mundo funcionan de acuerdo al principio universal que se
manifiesta en la dinámica de las fuerzas polarizadas u opuestas que fluyen
entre el universo y el organismo humano: cuerpo, mente y espíritu.
La dieta Macrobiótica, constituye
la práctica biológica y fisiológica de este pensamiento, donde la forma de
selección, preparación y consumo de cada alimento varía de acuerdo a las
características del individuo: edad, ocupación, circunstancias personales; y
las particularidades de su entorno: geografía y clima. Practicando con orden y
conciencia la transmisión del Yin (sodio-fríos) y el Yang (potasio-cálidos) en
nuestro cuerpo, a través de los alimentos que consumimos, se consigue
equilibrar el cuerpo y la mente, logrando concentrar la energía para
incrementar nuestra vitalidad.
Principio Macrobiótico: La energía que los alimentos posean
se transmitirán a nosotros, por lo tanto, debemos cuidar desde su selección
hasta su preparación.
Las nociones más importantes
de la Macrobiótica aplicadas a la alimentación se derivan en los siguientes
principios:
1.
La
cantidad de comida debe ser solo la necesaria, dependiendo de las actividades
que realice el individuo y sus objetivos. Se comerá al sentir hambre masticando
atentamente cada bocado.
2.
Deben
preferirse los cereales, las verduras, las legumbres y todos aquellos alimentos
no procesados o manipulados lo menos posible.
3.
La
selección de los alimentos se hará de acuerdo a la temporada y la localidad,
prefiriendo aquellos provenientes de la zona, de cultivos tradicionales y frescos.
4.
La
cocción de los alimentos y los materiales con los que se manipulan cambian su
contenido energético, por lo que se deben evitar los utensilios de materiales
sintéticos y preferir las cocciones simples: al vapor, hervido, salteado, entre
otras. Así mismo, se debe dedicar el tiempo necesario a la tarea de cocinar,
imprimiendo energía de gratitud y disfrutando la preparación.
Los nutrientes del
modelo de alimentación macrobiótico en variedad de alimentos, pudiendo cocinar
variedad de platos, combinar y degustar múltiples texturas y sabores.
Los alimentos de la dieta
macrobiótica se pueden categorizar en grupos según la cantidad que debemos
consumir diariamente:
1.
Cereales
Integrales: Del 50 al 60% de los alimentos consumidos deben pertenecer a este
grupo. Deben ser incluidos en cada comida, como granos enteros: maíz, centeno,
arroz integral, cebada, trigo sarraceno, avena integral, etc.; o como productos
derivados: pastas integrales trigo, maíz, quinoa o arroz, copos de maíz y
avena, galletas de maíz o arroz integral inflado, polenta de maíz, cuscús, etc.
Preferiblemente deben
consumirse en granos enteros e integrales porque su energía disminuye cuando
estos son refinados y procesados industrialmente. Constituyen la principal
fuente de hidratos de carbono.
2.
Verduras
y vegetales: Aportan la mayor cantidad de vitaminas y minerales del modelo. Incluye
raíces, brotes, hojas, germinados y hongos. Se sugiere introducirlas en una
proporción del 25-35%, cuidándose la cocción de los mismos para conservar el
sabor y las propiedades nutritivas al máximo. Algunos necesitarían una larga
cocción y otros podrán ser comidos apenas pasados por fuego o crudos. Esto
dependerá de cada vegetal y verdura en sí, recordándose la energía particular
que estos poseen. Se recomienda el bajo consumo o eliminación de berenjenas,
tomates y patatas (elevado Ying).
3.
Algas,
legumbres y sus derivados: Deben formar parte del 10-15% dentro del porcentaje
de alimentación diario. Las legumbres incluyen toda la variedad disponible de
la región donde se encuentre: lentejas, garbanzos, judías, etc. Sobre sus
derivados, podemos encontrar múltiples opciones ricas en proteínas como el
tofu, tempeh y seitan. En
contraste, se debe cuidar el consumo de la leche de soya (dominante Ying). Las
algas deben ser consumidas en pequeñas cantidades, combinándose en las
preparaciones con el resto de los alimentos.
4.
Sopas
y cremas: El porcentaje restante se compensa con este grupo. Generalmente de
verduras, aunque pueden incluirse legumbres, vegetales y algas en su preparación,
recomendándose ampliamente la Sopa de Miso por sus beneficios.
La dieta macrobiótica
no tiene prohibiciones, pero nos recuerda el criterio bajo el cual escoger los
alimentos de forma saludable y consciente.
Otros alimentos que pueden
ser consumidos semanal u ocasionalmente son los siguientes:
1.
Productos
animales: Se admite comer pescado, dando preferencia a los blancos. El consumo
de carnes de otros animales, sean rojas o blancas, y huevos debe ser muy
esporádico o suprimido.
2.
Frutas:
De la localidad y de la temporada preferiblemente.
3.
Semillas
y frutos secos: Recomendándose tostados para su más fácil digestión.
4.
Condimentos
y aceites: A pesar de ser usados en cantidades muy pequeñas se debe estar
atento a que sean de extracción natural y evitarse si se tiene problemas de
salud.
5.
Bebidas:
Se deben evitar las bebidas excitantes, aromáticas y todas aquellas procesadas
químicamente. Sólo si no se tienen
problemas de salud, se puede consumir alcohol en ocasiones especiales en poca
cantidad.
6.
Productos
lácteos y azúcar: Se desaconseja el consumo de estos productos.
El alto contenido en fibra
dietética hace que el organismo se limpie y se libere de toxinas.
Científicamente, se ha reconocido que el alto
contenido de fitoestrógenos de la dieta macrobiótica puede prevenir y reducir
el riesgo de cáncer.